Otra noche durmiendo en intervalos de hora y media intercalados por suspiros, en esta mañana el cansancio no me ha dejado levantar en la cama; mi cuerpo me está cobrando factura, el dolor de cuello persiste y la sensación de hambre no se sacia. Ya no quiero sentirme así.
¿Acaso no merezco yo que me quieran bien? A estas alturas del paseo me comienza el enojo, fruto de la impotencia de ver como fui tratado de manera tan injusta. No le deseo mal a nadie, menos a ella; comprendo que si todo terminó fue por sus rayes mentales, por el mal momento por el que pasa. Y que sin tener culpa alguna, resulté pagando los platos rotos de todo.
Quisiera saber si está bien, si está cuidando su salud, si está llegando a tiempo a su trabajo. Extraño su cuerpo, y confieso que nunca había pensado que las estrías se le verían bien a alguien, allí ceñidas en esa piel de canela.
Pero sé que necesito ocuparme de mí, levantarme de acá, bañarme e incluso sacar una cita con mi peluquero. Hoy merezco escuchar mi música favorita y comerme un helado, eso me va a traer de vuelta. Tengo que matar esta tusa o morir en el intento.
Aja y hace cuanto fue q terminaron?
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